miércoles, 19 de agosto de 2009

Entendiendo las escuelas de negocios, el futuro y la formación online

Entendiendo las escuelas de negocios, el futuro y la formación online: "

IE ClassSantiago Íñiguez destaca en su blog, BizDeansTalk, un artículo de GigaOM, P2Peer education: bringing elite education to the masses que a mí también me llamó la atención cuando lo leí por la extrema claridad de su planteamiento, y que me parece una lectura fundamental para cualquiera que aspire a entender las especificidades y el futuro de la educación a estos niveles.


Resulta completamente imposible explicar procesos como la liberación del conocimiento que algunas escuelas de negocios estamos llevando a cabo desde hace tiempo, a quienes se imaginan una escuela de negocios como algo parecido a la experiencia que tuvieron cuando acudían a la universidad: clases repetitivas, con profesores que repiten los mismos apuntes año tras año, con procesos de memorización… Nada de eso tiene lugar ni sentido en una escuela de negocios medianamente buena. En una escuela de negocios se aprende de tu entorno, de tus compañeros de clase, del debate, de la discusión: los materiales no tienen sentido sin este proceso, o incluso directamente no existen. Y eso es precisamente lo que lleva a que, como comenta el artículo, alguien supuestamente inteligente y en su sano juicio pueda querer pagar $150.000 por cuatro años de educación en MIT cuando todos los materiales que se utilizan durante los cursos están disponibles gratuitamente en la red. La explicación está en esa dependencia del denominado “método del caso”, una variación del método socrático que determina la única manera desarrollada hasta el momento de estimular el cerebro para que desarrolle por sí mismo, con la ayuda del entorno de la clase, los conocimientos que pretende adquirir. Algo que en ningún caso puede ser sustituido por libros, grabaciones, vídeos o conferencias, y que muchas veces solo entiende aquel que ha pasado por la experiencia. O que obviamente no entienden quienes periódicamente aparecen por los comentarios de esta página con la cantinela repetitiva de “tanto decir que los bits son libres, pero tu escuela no libera sus cursos para que los pueda hacer cualquiera”… ¡es que no hay nada que liberar más allá de lo que ya está liberado!


La parte final del artículo entra en las consecuencias de la educación online, algo que también resulta de explicación muy compleja para los que nos dedicamos a ésto. Cuando alguien piensa en educación online, su mente se va automáticamente a clichés relacionados con el autoestudio, con materiales que un alumno recorre en solitario mediante secuencias de clics, a lecciones multimedia que se preparan una vez y que sirven para miles de personas, una detrás de otra. De nuevo, nada de eso tiene que ver con lo que ocurre en el online learning de las escuelas de negocio, en los que siempre hay un trabajo en grupo, una discusión colectiva, un profesor interviniendo y moderando, y un entorno que actúa de una manera similar a como lo hace el del método presencial. Cuando se habla de enseñanza online, resulta difícil establecer una comunicación entre quienes la entienden como una forma de reducir costes y de automatizar procesos, y los que la entendemos como una manera de potenciar la interacción en un entorno que ofrece incluso más posibilidades que el presencial.


La educación está en un momento interesantísimo. Hay quien, como Seth Godin, opina que el impacto de la tecnología en la educación va a ser mayor que el que están sufriendo otras muchas industrias, como la de los periódicos. La traslación al mundo online permite trascender elementos como la capacidad de las clases o la posibilidad de desplazamiento de los alumnos, y eso va a conllevar muchísimos cambios en el futuro, o lo está haciendo ya: en la institución en la que trabajo, la enseñanza online aporta ya un interesante porcentaje del total de la facturación. El balance entre “élite” y “masivo” se está alterando, y eso está dando lugar a todo tipo de estrategias, a diferentes aproximaciones con muy distintas consecuencias. Y eso es lo que me gustó especialmente del recomendable artículo de Mike Speiser en GigaOM: que especula sobre ello, pero explicando claramente lo que no hay que perder nunca de vista: los conceptos y elementos que convierten en diferencial este tipo de formación.


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sábado, 15 de agosto de 2009

20 ideas para desarrollar el hábito de “Hacer”

20 ideas para desarrollar el hábito de “Hacer”: "
Artículo perteneciente a la serie «Eres Productivo». Pero hay más artículos… ¡no te los pierdas!

Decía en mi último artículo de GTD que el último y único fin de este método de organización (que por cierto, vuelvo a remarcar que ni es el único ni el mejor, sino uno más) o el de cualquier otro es hacer las cosas, completar nuestras tareas.


Aunque tengamos una fantástica aplicación llamada Things o una vistosa agenda de colorines donde nuestra carpeta “Próximo” nos dice “toca hacer esto”, el acto de hacer no sale solo, eres tú, soy yo, quienes los tenemos que ejecutar. Nos tenemos que poner a ello.



Forjar el hábito de hacer no es tan fácil como suena por escrito y perpetuarlo cada día es ciertamente complicado, pues tenemos que estar peleando continuamente contra enemigos internos/externos que a veces nos atacan a la vez: procrastinación, distracciones, falta de concentración, inversión de energía en tareas triviales, incapacidad para simplificar, etc.


Hace poco escribía un artículo sobre cómo desarrollar hábitos productivos. Si no lo has leído ya te animo a hacerlo y si ya lo conoces, te propongo ahora algunas claves para desarrollar, reforzar y rejuvenecer cada día el hábito de “Hacer”.



  1. Fotografía tus próximas tareas. Conocer por adelantado las tareas que te esperan te prepara, predispone tus sentidos productivos y te ayuda a identificar en qué momentos tendrás que dar lo mejor de ti. Es lo que yo llamo abrir el “apetito productivo”. Es un ejercicio que puedes hacer mientras te duchas o camino de la oficina, en el coche, metro o el autobús.

  2. Sin miedo a la “roca” más grande. Hacer primero la tarea más desagradable, monótona o ante la que tenemos más reticencias, es una fórmula ganadora para despejar el resto del día y cargarte de optimismo y energía. Coloca esa tarea que te genera resistencia (que es distinta a la Procrastinación, ojo) en un momento que sepas que la vas a hacer con total seguridad.

  3. Divide y vencerás. ¿Te resistes a una tarea porque la ves grande? Divídela a la mitad y luego esa mitad en otra mitad y así hasta descomponerla en parcelas que puedas completar con mucho menos esfuerzo. Cualquier pared inmensa se construye con pequeños ladrillos y cualquier artículo gigantesco se hace a base de palabras y lineas.

  4. Los japoneses NO son todos iguales. Pues lo mismo pasa con las tareas. No es lo mismo preparar un “business plan” para tu negocio que comprobar la bandeja de entrada de Facebook. Antes de cada tarea párate 10 segundos y valora qué es lo que vas a hacer y cuál es su sentido real. Calibra el impacto real que tiene en tu trabajo y objetivos vitales.

  5. Duerme y descansa. No es más productivo quien está más horas despierto sino quien las aprovecha mejor. Para aprovechar hay que hacer y para hacer hay que tener energía. ¿Cómo es tu desayuno? Yo antes lo consideraba una bobada pero desde que lo hago en condiciones he multiplicado la energía de cada mañana. No sabes cómo llega a influir eso a la hora de hacer las cosas.

  6. Programa las tareas repetitivas. Email, llamadas, estadísticas… todos hacemos tareas que se repiten cada día. Prográmalas en momentos determinados donde tus niveles de atención, energía y creatividad estén acordes con esas tareas.

  7. Detecta y arregla los “cuellos de botella”. Para mí durante mucho tiempo lo fue la lectura de feeds. Tuve que reconsiderar y rehacer por completo el modo en el que me relacionaba con mis feeds. Ahora leo cientos de ellos en 30-45 minutos. En tu caso puede ser el Email, llamadas de teléfono, reuniones, etc.

  8. Evita la multitarea. La multitarea genera estrés, falta de concentración, disipa tu creatividad en varios sitios y retrasos en tu trabajo. Ten a mano la foto de todas las tareas del día pero concéntrate y haz sólo la que tienes ahora entre manos ahora.

  9. Rompe tus hábitos actuales. ¿Qué es lo primero que haces al ponerte a trabajar? ¿Y lo último? ¡Cámbialos por completo! Sé revolucionario. Mañana al levantarte ni mires tu correo, ni Twitter, ni los periódicos, ni los comentarios de tu blog… ponte con la primera Tarea Clave del día o esa a la que te resistes y descubrirás lo que es un “desayuno productivo”.

  10. Premia tu esfuerzo con ocio. Regalarte pequeños detalles de ocio una vez que completas una tarea permite dos cosas: eliminar ese ocio como posible distracción y recompensarte por el trabajo bien acabado.

  11. Conoce tus herramientas. Aprende atajos de teclados, utiliza plantillas, nuevas técnicas, trucos y claves de las aplicaciones con las que trabajas. Conviértete en un verdadero experto y cada tarea te costará menos esfuerzo y tiempo, sacarás más horas del día.

  12. Trabaja por “bloques de tiempo”. Ante casos graves en los que cuesta mucho arrancar y ponerse a hacer las cosas puedes hacer un trato contigo mismo y sobre todo cúmplelo: “voy a trabajar 10 minutos, luego paro 2 minutos, luego sigo con otros 15 y paro 3 y así hasta completar una hora”. Ponte un reloj para hacerlo a raja tabla y al completar la tarea premia tu esfuerzo con algo de ocio.

  13. Limpia tu mesa “al extremo”. Ahora mismo, quita, tira o aparta absolutamente todo lo que no tenga que ver con tu trabajo. Quítalo de tu vista y mantén tu mesa lo más despejada posible. Todo lo material está reclamando continuamente tu atención.

  14. Cárgate las distracciones estúpidas. Hay distracciones y distracciones. No es lo mismo una llamada de móvil que no podemos evitar que el notificador de turno o la aplicación de mensajería. Si de verdad quieres hacer, póntelo fácil y despeja el camino de estupideces que sólo te alejan de tu objetivo.

  15. Conoce tus debilidades. Al cabo del día todos la cagamos más de una y dos veces. Por mucho que lo intentemos tropezaremos SEGURO. Conocer tus límites y de qué pie cojeas te ayudará a tomar mejores decisiones a la hora de hacer las tareas. “Yo ya me conozco bien y sé que, o lo hago ahora, o luego me lío y lo tengo que retrasar”.

  16. Anota y recoge tus éxitos. Especialmente en proyectos largos una buena idea es registrar a modo de historial todas las tareas e hitos conseguidos. Eso reflejará todo lo que has hecho ya, actuará como motivador en momentos bajos, te demostrará que eres capaz de hacerlo. Las tareas no son rocas sino ladrillos con los que vas construyendo (haciendo) el proyecto.

  17. Haz pequeñas listas de trabajo. Poner 30 cosas en nuestra lista de tareas próximas para hoy te generará ansiedad, propiciará la confusión y ayudará a priorizar mal. Si es necesario divide esa lista en dos o tres que puedas ir completando en etapas del día.

  18. Prefiero morir haciendo que planificando. El hábito de hacer se consigue… haciendo. Y sobre todo repitiendo, formando rutinas inalterables que se repiten regularmente cada día. Planifica lo justo y necesario para hacer las cosas pero que planificar no se convierta en una obsesión o en una Tarea Clave del día. Planificar es un medio, una herramienta.

  19. Haz para disfrutar. Buscar una razón detrás de la tarea es un potente motivador. El ponerte con una tarea y completarla con más concentración para estar con tus hijos, ir al cine con tu novio o salir con tus amigos puede darte el empujón que necesitas para ponerte manos a la obra.

  20. Post-it “mágico”. Toma un post-it o un trozo de papel y un rotulador de punta gruesa y escribe esto: «¡TENGO QUE HACER!». Ahora ponlo bajo tu monitor, junto a tu teclado o donde lo puedas ver casi de forma continua.




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lunes, 20 de abril de 2009

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